lunes, 26 de enero de 2009

José Tomás

Ese domingo los carteles de la Plaza México anunciaban al matador José Tomás. 


La sangre aumentó la estridencia de esa tarde de toros. El rito se repetía. Los colores del ruedo saltaban punzantes a los ojos. Por todas partes salía el humo de los habanos. 

El segundo toro de la tarde embistió a José Tomás. Vimos cómo el animal lo levantó, cómo José Tomás cayó y se puso en pie solo para continuar con la faena. Lohengrin capturó el momento.
 

Que si es arte o barbarie es una discusión que no me interesa. Resalto el hecho de que presencié un rito. Junto a mí comentaban que la "fiesta brava" desaparecería y que en lugar de la Plaza de Toros habría un Wal-Mart.






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