jueves, 18 de diciembre de 2008


En su libro Dreams from my father, Barack Obama narra la primera vez que dio un discurso, cuando era estudiante universitario. Se trató de una puesta en escena, una representación en la que lo bajarían a la fuerza del escenario mientras se pronunciaba sobre el appartheid en Sudáfrica.  

"I was still in that trancelike state when I mounted the stage. For I don't know how long, I just stood there, the sun in my eyes, the crowd of a few hundred restless after lunch. A couple of students were throwing a Frisbee on the lawn; others were standing off to the side, ready to break off to the library at any moment. Without waiting for a cue, I stepped up to the microphone.
"There's a struggle going on," I said. My voice barely carried beyond the first few rows. A few people looked up, and I waited for the crowd to quiet.
"I say, there's a struggle going on!"
The Frisbee players stopped.
"It's happening an ocean away. But it's a struggle that touches each and every one of us. Whether we want it or not. A struggle that demands we choose sides. Not between black and white. Not between rich and poor. No -it's a harder choice than that. It's a choice between dignity and servitude. Between fairness and injustice. Between commitment and indifference. A choice between right and wrong..."
I stopped. The crowd was quiet now, watching me. Somebody started to clap. "Go on with it Barack," somebody else shouted. "Tell it like it is." Then the others started in, clapping, cheering, and I knew that I had them, that the connection had been made..."


sábado, 13 de diciembre de 2008

Key West


A Cayo Hueso se llega después de pasar largos puentes por una estrecha carretera que atraviesa el mar. Los Cayos son pequeñas islas que han sobrevivido varios huracanes. En otra época fueron refugio de piratas, también puerto de buscadores de tesoros.


En Estados Unidos, a Cayo Hueso se le conoce por las 90 millas que le separan de Cuba. También, el imaginario geográfico popular estadounidense, resalta a Cayo Hueso como el territorio más al sur de este país. Se le piensa como un último lindero, una frontera del mundo capitalista occidental. La "amenaza comunista", el régimen de Fidel Castro, está cerca, muy cerca de Key West.


En Cayo Hueso el tiempo corre de otro modo, los minutos se prolongan, los gallos callejeros cantan a cualquier hora en toda la isla.



He recorrido Cayo Hueso de varias maneras. Con Lohen siempre encontramos algo diferente, digamos que no hemos ido dos veces al mismo Key West como no se va dos veces al mismo río. La primera vez que fuí supe que esa isla era distinta a cualquier otro lugar en un país donde los pueblos parecen idénticos.


Porque nació con alas, Adriana Lohengrin sabe volar e hizo posible estas fotos. Por eso me gusta ella tanto y Key West también.



Además, ahí los mojitos sí saben, será que Cuba y Key West son como las dos caras de una misma moneda.




jueves, 4 de diciembre de 2008

El Sistema

El Sistema de orquestas infantiles y juveniles de Venezuela ha brindado la oportunidad a niños y jóvenes de escasos recursos, no solo de ese país, sino de toda América Latina, de realizar estudios como instrumentista y superar el círculo de la pobreza.
"El Sistema", como se le conoce comúnmente, se presentó el día de ayer en ésta ciudad en un concierto con el que culminó una gira por España y Estados Unidos. El creador y motor del Sistema es el maestro José Antonio Abreu. Un hombre idealista que desde hace 30 años, cuando echó a andar el Sistema, ha dado a Venezuela un rostro diferente, alejado de la estridencia de los políticos y de la frivolidad de los concursos de belleza -no quiero decir que la belleza no sea importante, menos tratándose de belleza venezolana.
Lo que escuché y vi en el concierto de el Sistema fue la ejecución de dos obras estupendas y la vitalidad de un conjunto de jóvenes que ante todo sentían la música, expresaban su emoción al escucharse tocar en la orquesta. Contrario a lo que he visto en otras orquestas, en las que músicos estoicos tocan sus instrumentos, los de el Sistema intercambiaban miradas y sonrisas, así mientras una violinista movía la pierna al compás, otro se acomodaba las greñas y el segundo violín escuchaba admirado la ejecución del pianista solista mientras el director, también joven, más que coordinar los sonidos, se integraba al dinamismo histriónico de la orquesta. Era la gestación de la música desde el atrevimiento de la juventud, donde lo que importaba más era la historia detrás de la orquesta. Conmovía la energía que emanaba del Sistema, la música era un medio que conjugaba el estudio y el trabajo de cada uno, sus personalidades, su lado humano.
De esa forma escuchamos el Primer concierto para piano y orquesta de Brahms y la Quinta sinfonía de Chaikovsky. Una descripción aparte se merece cada una de estas obras. Puedo decir que el programa dio a todos los que ahí estuvimos una dosis efectiva de maderas, metales y cuerdas, de sustancia melódica y rítmica capaz de complacer hasta los oídos de un artillero.
Haber escuchado al Sistema, me ha dado una mejor visión del país natal del maestro Abreu. A reserva de un probable viaje en el futuro en el que quizá esta imagen, hasta cierto punto idílica, se esfume, la impresión es muy positiva e invita a seguir explorando más sobre un país que debería comprenderse mas allá del petróleo, Hugo Chávez y, uff, concursos de belleza.

martes, 2 de diciembre de 2008

La comedia humana

Leí el Mago de Viena del escritor mexicano Sergio Pitol durante una época en la que redefiní algunos aspectos de mi vida. El siguiente fragmento describe el ambiente en el que se inspiró Pitol para crear ciertos personajes de sus novelas. Me hubiera gustado coincidir con este escritor en alguna misión de México en el exterior, probablemente habría sido utilizado como material literario. Aunque quizá eso no sucediera, su descripción me invita a indagar más sobre la vida de los miembros del Servicio Exterior.  

"Aquel sofisticado pasado me presentaba una múltiple variedad de personajes, gestos y ademanes, usos y costumbres, vestimentas, temas de conversación, a pesar de dar la impresión de todo ser exacto. Pero quien diga que los diplomáticos están cortados con una misma medida, que sólo difieren en el color de la piel y la conformación de los ojos o el uniforme nacional para la celebración de las fiestas patrias, se equivoca. Quien convive largo tiempo  con ese cuerpo y escruta con paciencia y malicia a ese interesante círculo llegará a la conclusión de que la uniformidad allí es un dislate o, por lo menos, una exageración. Esas personas que giran durante todo el día de ceremonia en ceremonia, elegantemente vestidas y calzadas, con el mismo rostro inexpresivo, podrían abarcar todas las variaciones que presenta Balzac en su Comedia humana, y aún otras más. En cierto modo ese puñado de damas y caballeros podría ser un congreso de manías, obsesiones, extravagancias y complejos, sometidos, eso sí, a una perfecta educación de hierro. Ser miembro de aquel cuerpo me enriqueció apliamente: algunos aspectos de mis protagonistas, sobre todo los más delirantes, los verdaderos raros, surgieron de esa esfera. Así pues, al abandonar el amplio mundo perdí una fuente de datos inagotable y comencé, en soledad, a hurgar en mis propios sentimientos, a buscar algún sentido a mis actos, a arrepentirme o gozar de mis errores, a establecer la historia de mi trato con el mundo, lo que significa tocar la realidad, o fragmentos de ella, en una especie de semivigilia cercana a la perturbada incoherencia que tienen algunos sueños."

Pitol, Sergio, El mago de viena, FCE, México, 2005. pp 96-97