El Sistema de orquestas infantiles y juveniles de Venezuela ha brindado la oportunidad a niños y jóvenes de escasos recursos, no solo de ese país, sino de toda América Latina, de realizar estudios como instrumentista y superar el círculo de la pobreza.
"El Sistema", como se le conoce comúnmente, se presentó el día de ayer en ésta ciudad en un concierto con el que culminó una gira por España y Estados Unidos. El creador y motor del Sistema es el maestro José Antonio Abreu. Un hombre idealista que desde hace 30 años, cuando echó a andar el Sistema, ha dado a Venezuela un rostro diferente, alejado de la estridencia de los políticos y de la frivolidad de los concursos de belleza -no quiero decir que la belleza no sea importante, menos tratándose de belleza venezolana.
Lo que escuché y vi en el concierto de el Sistema fue la ejecución de dos obras estupendas y la vitalidad de un conjunto de jóvenes que ante todo sentían la música, expresaban su emoción al escucharse tocar en la orquesta. Contrario a lo que he visto en otras orquestas, en las que músicos estoicos tocan sus instrumentos, los de el Sistema intercambiaban miradas y sonrisas, así mientras una violinista movía la pierna al compás, otro se acomodaba las greñas y el segundo violín escuchaba admirado la ejecución del pianista solista mientras el director, también joven, más que coordinar los sonidos, se integraba al dinamismo histriónico de la orquesta. Era la gestación de la música desde el atrevimiento de la juventud, donde lo que importaba más era la historia detrás de la orquesta. Conmovía la energía que emanaba del Sistema, la música era un medio que conjugaba el estudio y el trabajo de cada uno, sus personalidades, su lado humano.
De esa forma escuchamos el Primer concierto para piano y orquesta de Brahms y la Quinta sinfonía de Chaikovsky. Una descripción aparte se merece cada una de estas obras. Puedo decir que el programa dio a todos los que ahí estuvimos una dosis efectiva de maderas, metales y cuerdas, de sustancia melódica y rítmica capaz de complacer hasta los oídos de un artillero.
Haber escuchado al Sistema, me ha dado una mejor visión del país natal del maestro Abreu. A reserva de un probable viaje en el futuro en el que quizá esta imagen, hasta cierto punto idílica, se esfume, la impresión es muy positiva e invita a seguir explorando más sobre un país que debería comprenderse mas allá del petróleo, Hugo Chávez y, uff, concursos de belleza.