sábado, 29 de mayo de 2010

Postal de Immokalee



"¿Porqué no lo había advertido antes?" y "no sabía que esto podía suceder aquí.."
Probablemente, esto lo pensaría cualquier persona al regresar de Immokalee, un pueblo enclavado entre los pantanos de la reserva nacional de Everglades y los vastos campos de cultivo del centro de Florida.



Immokalee es un pueblo que no podría parecer pintoresco, quizá no exista ahí un patrimonio arquitectónico sobresaliente. Como atractivo turístico se podría hablar del casino administrado por los Seminoles, una tribu indígena que ha habitado en ese territorio desde antes de la colonización anglosajona; vale mencionar que exentos de pago de impuestos los Seminoles han hecho fortuna con el jugoso negocio de las apuestas.
Es sabido que en los campos que rodean Immokalee se cultivan buena parte de los tomates que se consumen en Estados Unidos durante el invierno. No es exageración decir que el tomate ha hecho de Immakalee lo que es: un polo económico y agrícola de vital importancia para Florida. Además del tomate, quienes han contribuido a la prosperidad de Immokalee son los campesinos, en su mayoría migrantes indocumentados provenientes de México, Centroamérica y Haití, quienes trabajan en condiciones extremas. La falta de una recomposición del sistema de inmigración de Estados Unidos ha permitido abusos en detrimento de la dignidad de los campesinos migrantes. Quienes se han beneficiado de la "ilegalidad" migratoria de los campesinos son los rancheros, empacadores y distribuidores del tomate, además de los consorcios de comida rápida que compran el tomate de Immokalee y que termina en hamburguesas y salsas para las pizzas que millones de estadounidenses consumen.


La Coalición de Trabajadores de Immokalee denuncia casos de esclavitud y aboga por salarios dignos para campesinos migrantes. Entre otras organizaciones que se han establecido en Immokalee, la Asociación Campesina ha desempeñado un papel primordial en la defensa de los campesinos frente a la exposición a pesticidas que deterioran gravemente su salud.
Considero que Immokalee es un ejemplo claro una comunidad de la aldea global donde la movilización de las minorías genera un impacto en las grandes avenidas de la economía de la producción y la distribución de alimentos en Estados Unidos.

jueves, 6 de mayo de 2010

"Doña Bárbara" de Rómulo Gallegos

Estaba por transcribir aquí pasajes completos y frases que me gustaron de la novela del venezolano Rómulo Gallegos, "Doña Bárbara". Una novela que considero esencial para comprender algunos aspectos de la idiosincracia del venezolano. Sin embargo, he preferido hacer un comentario informal sobre el tema, escribiendo sin mayor rigor literario lo que me ha parecido esta novela.
Me llama la atención una dualidad que se plantea como una de las tesis centrales del texto, a saber barbarie/civilización. Una dualidad que adquiere en nuestros días vigencia en el contexto latinoamericano. En ese sentido se podría decir que nuestro subcontinente se debate, todavía en pleno siglo XXI, en esa dualidad, experimentando las aceleraciones, tensiones o impasses que el tránsito entre la barbarie y la civilización supone.
Como escenario de un caos así, la sabana venezolana provee elementos de naturaleza indomable que alimentan la barbarie, aniquilando cualquier avance de civilización. Premeditadamente, el autor nombra "Bárbara" al personaje central, creando un estereotipo de la barbarie misma, homologando al personaje con el llano, su flora y la fauna virgen.
Doña Bábara podría bien formar parte de esa fauna, como una bestia que se va domesticando ante los avances de Santos Luzardo, quien vuelve de la capital, Caracas, para recuperar las tierras de su familia y quien en este caso representa, en el marco de la dualidad propuesta, a la civilización.
Rómulo Gallegos conocedor de su país, se anticipa y describe una realidad que no ha perdido actualidad, Venezuela continúa debatiéndose entre la barbarie y la civilización. El llano de Gallegos es una metáfora, donde cada personaje, cada elemento de la naturaleza forma parte de un conjunto que a fin de cuentas es un país, un universo en sí. Como político, Gallegos deseaba que la civilización se impusiera sobre un territorio abrupto, dominado más por leyes naturales que por las leyes humanas. En "Doña Bárbara" la utopía de Gallegos se cumple al triunfo de la razón y el orden. Como la crecida de un río salvaje, Doña Bárbara hace su aparición en el Valle del Arauca, su paso caótico arrasa con el orden establecido, aunque hacia el final, como los ciclos de la naturaleza, las aguas regresan a su curso y el personaje se desvanece.
Llama la atención una frase que el narrador, una voz omnisciente, repite: "Todo vuelve a su lugar original". Así como se alteró el orden del "cajón del Arauca", la visión positivista de Gallegos propone el regreso a un no-lugar, en este caso a un territorio imaginario donde los humanos respetan las leyes y el límite de sus propiedades. Donde se extraen y se procesan, con el auxilio de la técnica y la ciencia, los bienes que brinda, de forma exuberante, la naturaleza del llano.
No me deja de parecer paradójico que Rómulo Gallegos, haya formado parte del círculo cercano del dictador Juan Vicente Gómez en las primeras décadas del siglo XX y que tiempo después, en 1945 haya justificado un golpe de estado, en el que participó asimismo Rómulo Betancourt. Este último llevando a cabo, durante sus mandatos, lo que Gallegos quizá soñó: la urbanización de Caracas, la modernización de un país que en ocasiones aparenta ser víctima de sus propias riquezas naturales.